Hace treinta años, desde una habitación en mi hogar y con el apoyo incondicional de mi familia, nació Disfarma: un proyecto de vida guiado por el profundo deseo de servir, de honrar mis raíces y de cumplir un propósito que hoy sigue siendo nuestra brújula: “Querer su salud, nuestro compromiso”.
Al mirar atrás, mi corazón se llena de gratitud y emoción. Lo que comenzó con visitas a pequeños pueblos y la confianza de nuestros primeros clientes, se ha transformado en una gran familia de más de 3.000 colaboradores, con presencia en todo el país a través de 400 puntos de dispensación, cuatro Centros de Distribución y un impacto directo en la salud de más de 5 millones de colombianos. Lo que más me enorgullece es la forma en que la que lo hemos logrado: con honestidad, esfuerzo, respeto y, por encima de todo, con amor.
Desde el inicio tuve la convicción de pensar en grande. Nunca quise quedarme solo en Santander. Quería recorrer Colombia llevando dignidad y salud. Soñaba con llegar a los rincones más olvidados y brindar un servicio que realmente marcara la diferencia. Y gracias a Dios, a muchas personas que han creído en este sueño, y a un equipo maravilloso que ha caminado conmigo, ese sueño se hizo realidad.
Disfarma para mí es felicidad y compromiso. Hemos llevado medicamentos donde antes no llegaban, hemos dignificado la vida de millones de personas, y lo hemos hecho sin perder de vista lo más importante: el ser humano.
Aunque hemos enfrentado obstáculos, nunca lo sentí como un sacrificio. Me enseñaron a respetar a las personas, a trabajar con alegría, a hacer las cosas bien, y eso es lo que he intentado hacer todos estos años. Hoy, cuando escucho que nos consideran ejemplo de servicio y compromiso, siento que todo ha valido la pena.
Ahora, en este nuevo capítulo, mis hijos han tomado las riendas con la misma pasión y responsabilidad. Julián en la gerencia, Camilo liderando la dispensación, y Nicolás manejando las comunicaciones y nuestros negocios en el exterior. Verlos crecer y caminar con firmeza en esta misión me llena de alegría. Ellos, junto a todos ustedes, siguen construyendo este sueño.
Quiero agradecer, de corazón, a todos los que han hecho parte de esta historia. A mis hijos y a mi esposa que confiaron desde el principio, a los que aún siguen, a los que ya no están pero dejaron huella. A la industria farmacéutica por abrirnos las puertas, a nuestros colaboradores que han crecido con nosotros, a cada persona que ha depositado su confianza en Disfarma. Gracias por hacer parte de esta gran familia.
Treinta años no se cumplen todos los días. Y cumplirlos con la satisfacción de haber servido bien, con honestidad y cariño, es el regalo más grande que la vida me ha podido dar.
¡Gracias por caminar conmigo, gracias por creer en este sueño! Sigamos creciendo, sigamos sirviendo, sigamos queriendo la salud con el alma.
Con gratitud y alegría, José Eugenio Gómez Fundador de Disfarma